Julita querida:
Hacía
más de una semana que solo veía a esas cosas caminar de aquí para allá
gimoteando con la mirada perdida. Gracias a Athos, Porthos y Aramis estoy a
salvo, ellos pueden atacarlos y destrozarlos sin enfermarse, sin embargo no los
comen.
Ayer
encontré en las vías a un chico caminando, tenía un par de anteojos tipo culo
de botella con un solo vidrio, que además estaba rajado. Venía armado con un
pedazo de reja a modo de lanza, que terminaba en una flor de lis y aliado con
un perrito raza calle que caminaba delante de él, protegiéndolo. Los dos
estaban por quedar rodeados así que saltamos a las vías y los tres míos se unieron al perrito del chico
para armar un rombo de defensa. No tardaron mucho en dejar despejada la vía de
nuevo.
El
chico no sabía como se llamaba el perrito así que el nombre se apareció como
una revelación, ya que no podía ser otro
más que D’artagnan. Te juro que los tres lo miraron cuando todo terminó y le
dieron la aprobación. Al fin se reúnen. Al fin.
El
chico se llama Alejo, quiere ir a Córdoba, perdió a toda su familia y está
buscando a una mujer que según él sigue viva allá. Me presenté primero como
Dumas y después a cada uno de los mosqueteros. Parece que no nos conoce. En
cambio D’artagnan movió la cola, agradecido por la reunión.
Pd:
Qué buena idea fue hacerme de este cuaderno, es como poder escribirte al cielo.
Dame una señal hijita. ¿Acompañamos a estos dos?.
Te
ama, papá.