lunes, 17 de septiembre de 2012

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De:rubencastillo@gmail.com

Rodrigo:

   Mi plan funcionó. Por ahora. Dos noches me tomó decidir todo. Fue gracias a esa basura de Eduardo que se dio vuelta todo. Lo vi merodeando el campamento de los hombres de Iturriaga. Podía espiar todo el día sin moverse. Pero yo también. 
   Primero me aseguré la morfina y después los explosivos. Tuve que robar la suficiente como para todo el viaje. Después, salí al monte, por la noche. No fue tan difícil, dado que no me había visto. Lo golpeé en la cabeza y lo traje para el campamento (algún día, con tiempo, les contaré cómo hice para lograrlo sin ser vista) A primera hora de la mañana pude ingresarlo en la enfermería, dentro de un carrito, cubierto con una sábana. 
   Llegar a Rubén fue difícil pero posible gracias la distracción que organicé: volé un tanque de combustible, cerca del polvorín. Se pusieron todos como locos y eso me dio el tiempo suficiente para el intercambio. 
   Eduardo tenía la misma contextura física que Rubén, así que sólo me quedó el trabajo de quitarle la piel de la cara con un bisturí e inyectarle suficiente morfina como para que no despierte por una semana. Cuando lo descubran, en ese estado, le harán muchas preguntas. Nunca va a poder escapar de ahí. Me llevé su cara en una bolsa, para que los soldados no la encuentren. 
   Y mientras ellos pierden el tiempo interrogando a ese hijo de puta chiflado, nosotros seguiremos marcha hasta donde están ustedes. Llevo suficiente morfina como para que Rubén pueda aguantar el viaje sin sufrir mucho. Camina tambaleante y está conciente de que cada vez falta menos para estar a salvo. 
   Estamos cerca de Jesús María. Hice parte del camino en una moto, pero el combustible se acabó y es mejor moverse en silencio. Por los soldados y por los muertos.
   No me reprocho nada de lo que tuve que hacer. Eduardo fue culpable de la muerte de todo el grupo de Rubén, allá en Totoral. A mí me mutiló y me torturó todo lo que pudo. Los soldados le darán su merecido. 
   Hace una hora nos salió a cruce de camino un resucitado. Es el primero que dejamos atrás sin partirle la cabeza. No nos siguió porque se quedó mascando lo que era la cara de Eduardo.
   Necesitamos que más adelante envíen alguien a que nos busque. No estoy segura que podamos hacer la totalidad del camino hasta donde están ustedes. 
   Por favor, contesten. Rubén los nombra a cada rato. Parece que eso es lo único que lo hace seguir adelante sin caer.
             Lucía.

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