miércoles, 9 de noviembre de 2011

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Claudio:

   Nos alegra muchísimo haber hecho contacto. Estos días han sido movidos. Intentaré contártelos: Como te comente somos 8, Don Julio Argañaraz, dueño de la casita donde estamos y Doña Clara, su mujer; Miri, que es docente de 25 años, Abel, abogado de Córdoba con su mujer Silvia y su hijo adolescente Walter; Daniel (quien acaba de revelarnos que es policía) y yo. No hemos hecho perímetros de defensa ni cosa parecida, por tu carta parece que ustedes saben algo más que nosotros. El incendio del que te comenté se apaciguó gracias a una formidable lluvia que cae hace más de dos días. Ayer intentamos salir y buscar a Mario, hijo de Don Julio que vive a unos 300 metros de acá. Fuimos tres: Abel, Don Julio y yo. A mitad de camino vimos a una mujer gordísima caminar como perdida, Don Julio la llamo por su nombre (Ofelia, creo) sin que ella se inmutara o nos prestara atención. Abel le arrojó una piedra para enojo de Don Julio. Yo creo que fue instinto porque la imagen despertaba un terror profundo, un deseo de salir de ahí de inmediato. Don Julio se acercó a la señora y ella intentó atacarlo, quiso morderlo, Don Julio cayó y Abel la pateó en el estómago, debo reconocer que yo estaba absolutamente estupefacto, estático y no pude ayudar a ninguno de los dos. Abel cayó al darle la patada y la mujer lo mordió en el antebrazo derecho. Lo soltó cuando Don Julio le dio con un palo en la nuca y la hizo tambalear y caer. Volvimos a la casa para atender a Abel y no hemos salido de nuevo.

P.D.: No hemos podido conectarnos a internet. POR FAVOR, necesitamos saber algo de lo que pasa. Esta noche volveremos a ver como está la señora e intentaremos llegar a lo de Mario.

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