sábado, 19 de noviembre de 2011

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Rodrigo:

              Van cinco días de nuestro último mensaje y seguimos sin obtener respuesta. La paloma vino sin ningún mensaje. Espero que hayan podido actuar a tiempo, porque de lo contrario sólo puedo creer que haya pasado lo peor. La paloma regresó, así que con muy pocas esperanzas de que nos lean les cuento las últimas (malas) noticias.
   Fuimos atacados la misma noche que les escribí. No habíamos terminado aún con el perímetro, estábamos cenando y empezaron a colarse unos cuantos hediondos-les llamamos así por el olor que despiden- y de no ser por nuestra Maika que nos avisó de inmediato, podrían haber acabado con todos nosotros. El viento soplaba en contra y eso hizo que no los sintiéramos acercarse. Logramos frenarlos a tiempo, con el costo de dos vidas.
   Lo peor fue que eso podría haberse evitado. Cuando Eduardo fue acorralado, utilizó a Andrea como escudo humano y perdimos a la única persona del grupo que había hecho un curso de enfermería.  Rubén intervino y peleó muy duro, sólo con un fierro pudo mantener a raya a los hediondos el suficiente tiempo como para que Armando, Carolina y yo pudiéramos bloquear el sector deficiente. Eliminamos a cinco de ellos (unos veinte quedaron merodeando del lado de afuera).
   El día siguiente (el día que supuestamente íbamos a utilizar para ir en busca del repuesto) fue peor que el anterior. Rubén insistía en ejecutar a Eduardo por su acto de egoísmo y cobardía. Armando y Caro trataron de convencerlo de que eso no volvería a la vida a Andrea y de que eran dos manos más para ayudar en el trabajo. Yo preferí atarlo como castigo y para que, por ansiedad, no comiera de más, que era otra de las quejas contra él. Después de mucho discutir, Rubén perdió totalmente el control y nos amenazó con un arma de fuego (que nunca le habíamos visto), tomó a Eduardo por los pelos y- arrastrándolo- lo llevó afuera del perímetro. Después cerró la puerta.
   Mientras Eduardo nos maldecía, lloraba y gritaba súplicas y perdón, Rubén nos apuntó con su arma a uno por uno, obligándonos a jurarles lealtad. Tuve que escribir este mensaje a escondidas de él. Soy el vigía y paso todo el día arriba del techo, en compañía de Maika, esperando que se calmen las cosas. Estoy muy nervioso. No me gusta la forma como Rubén mira a Caro, ni la manera como Armando masculla cada vez que aquél le da una orden.

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1 comentario:

  1. Ayyyyy que suspenso!! Me encantan las cosas sobre zombies y este estilo es re raro, medio que ya me atrapo :)

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